jueves, 30 de junio de 2011

La historia de aquella chica que esperaba convertirse en actriz Parte 5

Todo volvía a marchar y a ir bien en la vida de Azucena. Pero un pequeño imprevisto pone todo patas arriba...


Azucena abandonó el mundo de la actuación. Empezó a estudiar márketing en la universidad y se pagaba el alquiler con un trabajo de cajera en un supermercado. Aunque las ganas de actuar seguían allí... Habían pasado unas cuantas semanas, y la chica se dirigía camino de la universidad. Iba pensando en lo tonta que había sido y en por qué había dejado la actuación por esa tontería... Pero luego se lo quitó de la cabeza. No, no era una tontería. Desde lo de Manuel, le había cogido pánico a los teatros. Estaba bien en su vida actual. No había vuelto a ver a David, lo que facilitaba algo las cosas. Pero aquel día, todo volvió a cambiar... Otra vez. Cuando llegó a clase, se encontró mal y tuvo que salir a vomitar. Decidió descansar un poco en casa y empezó a pensar, tirada en el sofá. Su vida había dado un cambio tan radical... Se miró al espejo. Esa Azucena de los labios rojos y las sombras oscuras, esa que llevaba el pelo color "cupcake" era una desconocida para ella. Se dio cuenta de que sus pechos habían aumentado. Ella pensó que sería del período, pero pronto se acordó de que llevaba cinco días de retraso. Entonces una idea, hasta entonces impensable, se le pasó por la cabeza. Embarazada. No, no podía ser. Pero para cerciorarse bajó a la farmacia y compró un test de embarazo. Lo que vio en aquel test puso toda su vida bocabajo. Quería morirse. Y es que llevaba dentro al hijo de David. 

La historia de aquella chica que esperaba convertirse en actriz Parte 4

¿Qué había pasado? Ah, ya, se había ido con David y los demás a casa de David... Pero no recordaba haberse acostado con nadie. 


Miró a su alrededor. No podía haber pasado. Ella no hacía esas cosas. Se miró. ¡Estaba desnuda! Se tapó con las sábanas, avergonzada. ¿Cómo podía haber sido tan tonta? Tenía recuerdos vagos... Pero nunca debería haber aceptado la proposición de David. Se levantó, y justo en ese instante David dijo:
-Vamos, cariño, quédate más...
¿Cariño?
-Oye, David, anoche, tú y yo...
-Nos acostamos, ¿por qué? 
-Oh, dios.- se llevó las manos a la cabeza. ¿Dónde se había metido?-Oye, ¿tú no deberías estar en el teatro? 
-Oh, no, si tú te quedas, yo me quedo, con lo que me contaste de la madrina y eso... 
¡Le había confesado todo a David! Quería morirse. 
-Mira, deberías olvidarte de Manuel y salir conmigo... 
-¡No voy a salir contigo! No me llames ni me saludes. 
Sin esperar respuesta, Azucena se puso solo la gabardina, recogió la ropa y salió por la puerta. Luego en el pasillo se echó a llorar. Se puso los vaqueros y los zapatos y salió corriendo de allí. Cuando llevaba andadas tres manzanas, se chocó con alguien. Era Manuel. Otra vez, quiso morirse. 
-Azucena, tienes un aspecto horrible. ¿Qué te pasa? ¿Por qué no has venido a trabajar? 
La chica pasó de él-qué vergüenza-y siguió andando. ¿Por qué no estaba el director en el trabajo? Miró su reloj. ¡Las cinco de la tarde! Oh, dios. Había quedado con Gema. La llamó para disculparse, y quedaron para tomar un café a las seis. Allí le contó todo lo que había pasado.
-Oh, por dios, eso es horrible. 
Azucena se echó a llorar allí mismo, sin importarle la gente que pudiese verla.
-Sabes, deberíamos hacer el cambio de look ahora. 
-Oh, por favor, Gema, no estoy de humor.
-Ya verás como te animas. 
Y se animó. La nueva azucena era más rebelde. Se había alisado el pelo y se lo había teñido de granate. En vez de sus vaqueros, su camisa y sus manoletinas ahora llevaba unos shorts claros, una camiseta de "The Rolling Stones" y una chaqueta de cuero. De zapatos llevaba unos tacones negros, que elevaban su altura a casi metro ochenta. Llevaba los labios pintados de rojo pasión y unas ray-ban negras. Azucena estaba dispuesta a comerse el mundo. 

La historia de aquella chica que esperaba convertirse en actriz Parte 3

¿Qué? ¿Qué? Aquello no podía estar pasando... 


Azucena sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, y la única palabra que fue capaz de pronunciar fue un "adiós" muy bajito. Se levantó de la mesa, mientras a su espalda Manuel le gritaba que se quedase. Salió corriendo y se encerró en su apartamento a llorar. Estaba hecha polvo. ¿Cómo había sido tan tonta de pensar que Manuel quería algo con ella? Era imposible... En dos semanas era el estreno, y se sentía incapaz de volver a verle. Así que paso la tarde echa una bola en su cama. Le dolía el estómago y vomitó tres veces. Estaba muy mal. Sonó el teléfono. Era Gema. Su amiga le dejó un mensaje.
-Cari, ¿por qué no me cojes el teléfono? Mira, me ha llamado Manuel y dice que saliste corriendo del restaurante cuando te preguntó lo de la madrina. ¿Qué pasa? Cuéntamelo. Te llamaré en un rato. Si no lo cojes, me veré obligada a ir a tu casa a buscarte. 
Azucena sonrió. Gema era muy buena amiga, pero no tenía fuerza ni ganas para hablar con nadie. Como prometió, Gema volvió a llamar. No lo cogió. A las nueve y media estaba en su casa. Azucena abrió a su amiga. Se sentaron, y, ya incapaz de guardar el secreto, le confesó todo a Gema. Ésta la abrazó con fuerza. 
-Ay... Lo siento tanto, cielo... ¿Piensas ir mañana al teatro? 
-No es que no piense ir mañana, es que no voy a hacer la obra. No voy a volver. 
-Pero es la oportunidad de tu vida... 
-Ya lo sé. Pero me da tanta vergüenza volverle a ver... Es que me porté como una imbécil.
-Oh, no digas eso. Lo que a ti te hace falta es un cambio de look. Mañana vamos de compras las dos y esta noche salimos de fiesta. 
-Oh, no, por favor... Por favor.  
Su amiga la besó en la mejilla. 
-Vale, pero mañana a las diez en el centro comercia.
-Okay. 
Gema se fue y Azucena encargó una pizza. Aquella noche no pudo dormir, pensando en todo lo que había pasado. Así que salió a dar un paseo. Por el camino se encontró a David, su compañero, que la invitó a tomar unas copas con sus amigos. Ella aceptó. Después de dos o tres locales y muchas-demasiadas-copas, Azucena perdió la noción del tiempo y ya no sabía donde estaba, ni que hacía. Solo supo que había cometido el mayor error de su vida cuando, por la mañana, se despertó en una cama que no era la suya, con un dolor de cabeza tremendo, y lo peor, David durmiendo a su lado. 

¡Hola de nuevo!

Bien, primero disculparme por haber dejado esta página abandonada durante tanto tiempo, pero es que había exámenes y cosas por el estilo. Ahora que por fin es ya verano, tengo más tiempo para escribir. Como podréis ver, le he hecho al blog un lavado de cara, necesitaba un cambio, y espero que os guste. Y, Pablo, que sé que eres el único que lo lee, la próxima historia será del argentino. Un beso. 

sábado, 4 de junio de 2011

La historia de aquella chica que esperaba convertirse en actriz Parte 2

Azucena no se lo podía creer. Ella, representando una obra. Ella, ¡sobre un escenario! No cabía en sí de gozo...


Estuvieron trabajando todo el verano. El actor que hacía de Romeo, David, no dejaba de intentar salir con ella. A veces Azucena le repelía un poco, pero de todas maneras era un encanto. Pero no podía salir con él. Por una simple razón: estaba enamorada de Manuel. Su dedicación y su esfuerzo, sus sonrisas, y, sobre todo, sus inmensos ojos... Azucena suspiraba. Pero no. Aquello era imposible. No se puede mezclar la vida personal con el trabajo... ¿O sí? Un día cualquiera, mientras volvía a casa de los ensayos, recibió un mensaje.

Te espero en tu restaurante favorito. Manuel.


¿Qué era aquello? ¿Manuel quería salir con ella? La chica corrió sin descanso y se dirigió hacia su restaurante favorito, un italiano al lado del hospital. ¡Manuel! El hombre de sus sueños... ¿Y si la estaba esperando para confesarle su amor? Azucena sacudió la cabeza. Qué idea más estúpida.¿ Pero por qué hará todo esto?  Estaba confusa.
-Hola.
-Hola.-Manuel le dio dos besos, lo que la hizo sentirse un poco incómoda.- ¿Nos sentamos?
Pidieron mesa y el camarero les dio una junto a la ventana.
-Bueno.-dijo Manuel para partir el hielo.- ¿Qué tal van los ensayos?
-Bien... Aunque se me atranca un poco el acto final. Bueno, que te voy a decir, si tú ya lo has visto.
-Yo creo que lo haces muy bien.
Toda la cena discurrió así. Azucena no se atrevió a preguntar por lo extraño de su cita. Se quedó callada, respondiendo a las preguntas del director con respuestas cortas. Sí. No. Bien. A veces. No se podía creer que estuviera cenando con el hombre de sus sueños. Finalmente, cuando el camarero sirvió los postres, Manuel dijo:
-Bueno, te habrás preguntado por qué estamos aquí los dos. Tengo que decirte una cosa...
Azucena no se lo podía creer. ¡Iba a decirle que le gustaba! Sí, ¿si no por qué la invitaría a comer, y además estaba tan nerviso?
-Bueno, es que nos llevamos también que... No sé... He tenido que hacer todo esto porque no me atrevía a pedírtelo antes...
¡SÍ! ¡SÍ! Azucena no se lo podía creer.
-Y bueno, no sé si te gustará... A lo mejor te parece un poco incómodo. Quería saber si tú...
¡Venga, suéltalo ya! Que si quiero ser tu novia, ¿no? No, no, no... ¿Que si quiero ir contigo a bailar? Azucena no tenía ni idea de qué iba ser, pero seguro que sería relacionado con el amor. El amor... Parecía que la vida le sonreía a la chica.
-Quería saber si serías la madrina de mi futuro hijo.

CONTINUARÁ...

La historia de aquella chica que esperaba convertirse en actriz Parte 1

Érase una vez una niña llamada Azucena. Azucena tenía un sueño: actuar. Desde pequeña, había sabido que su destino era aparecer en los grandes carteles de los cines o de los teatros al lado de un actor guapo. Esta es su historia: 

  Su mejor amiga, Nadia, al cumplir los dieciocho, dio una fiesta por todo lo alto. Había champán, música, y mucha, mucha, mucha gente. Azucena llegó allí un poco cohibida, en parte porque no conocía a nadie, y en parte porque tenía que hacer esfuerzos por no caerse con los tacones. Una vez allí, localizó a amigos suyos. Se fue al grupo donde estaban su amiga Gema y su amigo Héctor. A su lado estaba un chico, mirando a su alrededor, nervioso.
-Hombre, Azu, ¡cuánto tiempo!-le saludó Héctor.-Te presento a Manu, es un viejo amigo de Cádiz. Ha venido a hacernos una visita.
El chico miró a Azucena. ¡Qué ojos más bonitos! Azules como el mar, grandes y misteriosos.
-Está un poco nervioso-continuó Gema.- porque es director de teatro. La temporada que viene estrena, nada más y nada menos, que Romeo y Julieta. ¡Y no tiene protagonista femenina!
Azucena se quedó un poco extrañada.
-¿No hay ninguna chica que quiera ser Julieta? No me lo creo.
-No, lo que pasa es que no hay ninguna chica que esté a la altura, según él...
Héctor miró a Azucena como si se le acabase de encender una bombilla dentro de la cabeza.
-¿Sabes, Manu? Nuestra amiga Azu es actriz.
-¿Ah, sí?-Manuel la miró con interés.
-¿Yo? ¡NO! Osea, sí... Pero vamos, un poco de pacotilla, algún curso allí, otro allá... Pero no sé, en realidad nunca he pisado un escenario. Me da una vergüenza terrible.
-No, no, no te preocupes. ¿Te gustaría venir a una audición mañana?
-No sé... ¿A qué hora?
-A las diez, en el teatro en frente del ayuntamiento.
Azucena se lo pensó bien. ¿Qué pasaría si no le gustase? Nada, simplemente, no haría la obra y se ahorraría salir a escena delante de tanta gente. ¿Y si le gusta? ¿Que pasaría? Que haría la obra. Que aunque se muriese de vergüenza, lo superaría, y sería un paso para darse a conocer.
-Está bien. Allí estaré.

Al día siguiente, tal y como había prometido, Azucena estaba a las diez en punto en frente del teatro. Manuel llegó cinco minutos después. La audición le resultó fácil. Sólo había una persona mirándola. Pero saber la respuesta sería más complicado. Cuando acabó de hablar, se paró para recibir el veredicto.
-¿Sabes, Azucena? Esta obra es el sueño de mi vida. Por fin voy a conseguir dar una gran función. Y he trabajado tanto... Oh, que casi me muero al descubrir que no tenía protagonista. Pero mis esperanzas han vuelto. Estoy muy emocionado. ¡Porque tengo delante de mí a la maravillosa Julieta Capuleto!

CONTINUARÁ...